A medida que las empresas crecen y añaden más cargas de trabajo, contenedores y endpoints distribuidos, las soluciones locales tradicionales pueden volverse rápidamente muy complejas y tardar meses en implementarse y estar plenamente operativas.

Poco después, toda la infraestructura podría tener que actualizarse para funcionar al máximo nivel de protección, o habría que añadir un componente diferente para protegerse de un nuevo tipo de amenaza. A menudo esto requiere volver a iniciar desde el principio todo el procedimiento de implementación, dejando brechas en la protección.

Una arquitectura en la nube bien diseñada debe:

• Estar inmediatamente operativa sin necesidad de configurar la infraestructura antes del despliegue.
• Crecer sin problema y no precisar intervención alguna de los clientes a medida que se añaden cargas de trabajo, endpoints y eventos.
• Minimizar el impacto en las cargas de trabajo.
• Analizar datos a una velocidad y un volumen que permitan presentar resultados con rapidez y precisión.

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